Todo comenzó con un caballo, con una pregunta casi infantil —¿Puede volar el caballo mientras galopa?—. La curiosidad por el movimiento. Después vinieron los juegos ópticos, la animación, el cine, el mismísimo futuro, es decir, el presente. Estamos hablando de un caballo fotografiado a finales del siglo XIX por un señor británico llamado Eadweard Muybridge. Este experimento reveló la ilusión del movimiento y así nacieron las pelis que hoy vemos.

De igual forma, para nosotros, todo comenzó esta vez con un caballo —nuestro Galope— y con muchos papelitos (MUCHOS). No es que no supiéramos que para que el truco funcione, para que la magia se vea como tal, se necesitan gran cantidad; no era la primera vez que lo hacíamos. Años atrás habíamos jugado estos juegos con otros niños, sin embargo en aquellas oportunidades era el cine el que nos llevaba de la mano, esta vez fue la literatura.

El flip book, o folioscopio en español, no es más que un pequeño libro con una serie de imágenes dibujadas en cada hoja y que al pasar rápidamente cobran vida, se ven animadas. Eso mismo que se hace sobre los libros en el colegio, sobre los cuadernos en la universidad y sobre las hojas de alguna “importante” reunión en el trabajo.

Allí estábamos, en la Feria del libro Infantil y Juvenil sede  Centro Cultural Kirchner en la Zona Creativa, emocionados y nerviosos, corriendo por llegar a tiempo a nuestra cita. Fue entonces que descubrimos bastante sorprendidos, que lo que nosotros estábamos organizando para 10 o como máximo 15 niños se iba a quedar corto. Una fila de unos 40 niños con sus papás esperaban ansiosos a que se abriera la sala e iniciara el taller.

El comienzo, como suelen ser los comienzos, fue algo difícil; manejar los nervios, darle el ritmo adecuado y no aburrir fue nuestra consigna. Pasados los primeros minutos, luego de explicar en qué consistía lo que íbamos a hacer, aparecieron los colores, marcadores, tijeras y muchas hojas para ayudarnos… ah, también nuestra familia, amigos y, por supuestos Gael, nuestro pequeño explorador, estuvieron allí dándonos una mano.

El tiempo se fue volando, las hojas también, y pasamos un rato increíble. Aquí algunas fotos y algunas mini pelis de papel que los chicos hicieron dibujando pequeñas historias.

A todos ellos, a la Feria Infantil que genera estos espacios, a la familia y a los amigos que siempre están ahí: Gracias 🙂

Fotos: Claudia Aruquipa

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